lunes, 13 de junio de 2016

El Planeta X podría no estar solo


Astrónomos creen que pueden existir más planetas ocultos en nuestro sistema solar.

Desde el siglo pasado diferentes astrónomos y autores se han atrevido a sugerir la existencia de un planeta de órbita excéntrica y oculto en nuestro sistema solar, el famoso 'Planeta X', el cual ha desatado polémicas y mucho escepticismo ante la ausencia de evidencias que sustenten tal afirmación. Sin embargo, eso cambió el último año cuando finalmente los científicos hallaron evidencia concreta que apunta a la existencia de un planeta gigante capaz de generar las anomalías orbitales detectadas en planetas como Neptuno y Urano. Pero… ¿y si fuera más de uno?

A principios de este año los astrónomos K. Batygin y M. Brown del Instituto de Tecnología de California (Caltech, EE UU) anunciaron que habían encontrado evidencias de la existencia de un planeta gigante —con una masa diez veces la de la Tierra— en los confines del Sistema Solar. Su extraña y alargada órbita se tardaría en completar entre 10.000 y 20.000 años.

Para llegar a esta conclusión se basaron en simulaciones computacionales efectuadas con los datos orbitales de seis objetos transneptunianos (ETNOs, por sus siglas en inglés), cuerpos situados más allá de Neptuno. En concreto: Sedna, 2012 VP113, 2004 VN112, 2007 TG422, 2013 RF98 y 2010 GB174.

Pero ahora los hermanos Carlos y Raúl de la Fuente Marcos, dos astrónomos españoles freelance, junto al científico Sverre J. Aarseth de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), se han planteado la pregunta al revés: ¿cómo evolucionaría la órbita de estos seis objetos si realmente existe un Planeta X como el propuesto?

La respuesta la publican en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS).


"Con la órbita que señalan los astrónomos de Caltech para el Planeta Nueve, nuestros cálculos muestran que los seis objetos que ellos consideran como la piedra de Rosetta para resolver este misterio se moverían en órbitas inestables a largo plazo", advierte Carlos de la Fuente Marcos. "Estos objetos escaparían del Sistema Solar en menos de 1.500 millones de años –añade–, y en el caso de 2004 VN112, 2007 TG422 y 2013 RF98 podrían abandonarlo en menos de 300 millones de años; es más, sus órbitas se vuelven realmente inestables en tan solo una decena de millones de años, un tiempo realmente corto en astronomía".

Según este nuevo estudio, también basado en experimentos computacionales, habría que modificar ligeramente la órbita del nuevo planeta propuesta por Batygin y Brown para que las de los seis objetos analizados fueran realmente estables durante mucho tiempo.

Estos resultados también conducen a una nueva pregunta: ¿Son los ETNOs una población transitoria e inestable, o por el contrario, son permanentes y estables? El hecho de que estos objetos se comporten de una forma u otra afecta a la evolución de sus órbitas y a los modelos numéricos.

"Si los ETNOs son transitorios, están siendo expulsados de forma continua y ha de haber una fuente estable localizada más allá de 1.000 unidades astronómicas (en la nube de Oort) de la que procedan", apunta Carlos de la Fuente Marcos. "Pero si son estables a largo plazo, entonces podría haber muchos en órbitas similares, aunque todavía no los hayamos observado".

En cualquier caso, las evidencias estadísticas obtenidas por estos autores, tanto en este trabajo como en otros anteriores, les llevan a plantear que el escenario más estable es aquel en el que no hay solo un planeta, sino varios más allá de Plutón, en una resonancia mutua que explica mejor los resultados. "Es decir, creemos que además de un Planeta Nueve, también puede existir un Planeta Diez e incluso alguno más", subraya el astrónomo español.


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jueves, 9 de junio de 2016

¿Tenían los hobbits ancestros aún más pequeños?


Un grupo de científicos descubrió los restos fosilizados de un homínido que podría ser el antepasado del Homo floresiensis (Hobbit) de la isla de Flores en Indonesia. Dos estudios fueron publicados por la revista Nature.

Las investigaciones, desarrolladas por la Universidad Wollongong (Australia), el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokio (Japón), el Museo Geológico de Bandung (Indonesia) y la Universidad de Griffith (Australia), podrían arrojar luz sobre la evolución del homínido.

"Este descubrimiento tiene implicaciones importantes para comprender la dispersión y evolución de los primeros humanos en la región y elimina por fin las dudas de quienes creen que el Homo floresiensis era simplemente un humano moderno (Homo sapiens) enfermo", explica en un comunicado Gert van den Bergh, de la Universidad Wollongong.

Este grupo de científicos halló en 2014 los restos de, al menos, tres homínidos de pequeño tamaño, con una antigüedad de unos 700.000 millones de años en una zona llamada Mata Menge, en la cuenca del So’a, a unos 70 kilómetros de la cueva Liang Bua donde se descubrió el hobbit en 2003.

 Los fósiles del Homo floresiensis mostraban a un individuo de apenas un metro de alto, 30 kilos de peso y un cerebro del tamaño de una toronja, que desapareció hace unos 50 mil años, calculan los expertos.

"Los nuevos restos hallados en Mata Mengue, una mandíbula inferior derecha y seis dientes de un adulto y dos niños, son en torno a medio millón de años más antiguos que los de la cueva Liang Bua", apuntan los investigadores.

El fragmento maxilar proviene de un adulto cuya mandíbula es un 20 por ciento más pequeña que la mandíbula más pequeña de los hobbits de la cueva Liang Bua.

"Todos ellos son indiscutiblemente de homínidos y parece que son extraordinariamente similares a los del Homo floresiensis. La morfología de los dientes fósiles también sugiere que este tipo de humanos son descendientes enanos de los primeros Homo erectus que, por algún motivo, se quedaron aislados en la isla de Flores", sostiene Yousuke Kaifu, del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokio.

"Lo verdaderamente novedoso —resalta Kaifu— es que la escala de esos restos constata que el hobbit ya tenía un tamaño igual o más pequeño hace, al menos, 700.000 años". 

Según van den Bergh, los artefactos de piedra encontrados en esta misma región tienen una antigüedad de en torno a un millón de años, lo que indica que 'este linaje humano insular ha estado presente en la isla de Flores, al menos, 300.000 años antes'.

"También es posible, que este linaje ya existiera antes de la llegada de los primeros homínidos" dice el investigador.


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sábado, 4 de junio de 2016

Científicos proponen crear un genoma humano sintético


La secuenciación del genoma humano, y con ella la posibilidad de descifrar el perfil genético de una persona, fue uno de los proyectos científicos internacionales más ambiciosos de la historia. Fue un hito sin precedentes que revolucionó la investigación y podría repetirse con un nuevo megaproyecto.

Un grupo de 24 científicos de primera línea reclaman un esfuerzo económico y científico similar para sacar adelante otro gran proyecto, el que permitirá obtener un genoma humano sintético en diez años. O lo que es lo mismo, fabricar vida partiendo de cero en el laboratorio.

Las posibilidades de crear organismos totalmente artificiales -no solo humanos- son infinitas. Tan apasionantes, como que esta estrategia podría salvar al planeta de su extinción, creando formas de vida que reparen el medio ambiente, o borrar enfermedades hereditarias incurables. Pero hay también quien ve con inquietud cómo se abre la puerta a la manipulación genética, con la creación de bebés de diseño o supersoldados preparados para la lucha y sin miedo, al estilo del holywoodiense Bourne.

Reescribir el ADN

El proyecto que aspira a seguir la estela del genoma humano ya tiene nombre. Se llama 'HPG-write', algo así como proyecto genoma humano escrito, porque ahora ya no se trata de leer el ADN humano sino de reescribirlo. La diferencia entre estos dos 'es cuántica', advierte Andrés Moya, catedrático de genética de la Universidad de Valencia. "Ahora se quiere intervenir. No es solo leer lo que hay, es modificarlo. Es más, se pretende la definición de un genoma humano de referencia", advierte.

Hace semanas un grupo selecto de científicos, abogados y líderes de la industria tuvieron un encuentro a puerta cerrada en la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, para debatir este proyecto titánico. Pero la propuesta más oficial se ha lanzado en el último número de la revista 'Science'. En un artículo para la discusión, veinticuatro científicos de primera línea -incluidos algunos de los que participaron en aquella cita a puerta cerrada- defienden la necesidad de este proyecto y llaman la atención sobre las infinitas posibilidades (algunas muy inquietantes) que puede traer la biología sintética.

A la cabeza de este debate se ha situado Jef D. Boeke, un genetista de la Universidad de Nueva York que es pionero en este campo. Su grupo fue el primero en fabricar el primer cromosoma sintético de un organismo vivo complejo, el de la levadura. Ahora Boeke y los otros 23 investigadores que firman el artículo proponen medidas para hacer más económico el proceso y reclaman una base de datos única para intentar coordinar todos los pasos que se están dando para modificar el ADN humano, asi como de animales y plantas. Pero también plantean la necesidad de abrir también un debate ético y social antes de empezar a rediseñar la vida.

Manuel Porcar, del departamento de Biotecnología de la Universidad de Valencia, advierte de que "no se trata de hacer un ser humano, ni un feto o embrión, modificado genéticamente, sino de ensayos a nivel celular. Con la síntesis de genomas se podrán a punto técnicas de edición genética (con las que se pueden borarr, cortar y pegar genes a capricho) y, por otro, contribuir a la cura de algunas enfermedades hereditarias, por ejemplo", explica. Pero entiende que hagan un llamamiento a la ética y al debate social como paso previo al proyecto.

En esta misma línea, Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, agradece que se sienten las bases para un marco ético y legal. "La carrera desatada por las tecnologías que permiten modificar el genoma y la de síntesis puede desbocarse y es bueno regular la masa de conocimiento y patentes que pueden surgir", apunta.

El catedrático Andrés Moya también aprecia el 'tono positivo y esperanzador' con el que los proponentes se dirigen a la opinión pública. 'Reclaman un debate amplio y sereno, poniendo por delante las bondades esperables de una iniciativa de estas características, sobre sus implicaciones éticas, legales y sociales'. Moya también cree que este avance es imparable: "Podrá haber moratorias, principios de precaución, legislación apropiada en el seno de sociedades democráticas que regulen las intervenciones, pero lo cierto es que hace 25 años leímos el genoma humano y ahora planteamos sintetizarlo".


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