martes, 29 de agosto de 2017

El “inmortal” conde de Saint Germain


Entre la media docena de aficiones que se le atribuyen al conde de Saint Germain, desde aventurero e inventor hasta violinista y científico aficionado, fue su pretendida habilidad como alquimista la que más sedujo a sus contemporáneos. Eso, y el aura de misterio que siempre rodeó a este personaje, del que apenas se conocen unos pocos datos biográficos.

Las primeras menciones históricas sobre Saint Germain se remontan a 1740, cuando se convirtió en un habitual de los ambientes más selectos de Viena. El conde, que entonces debía contar con unos 30 años, vestía austeramente, pero llevaba siempre encima una cuantiosa cantidad de diamantes, que utilizaba en vez de dinero.

Durante su estancia en la capital de Austria, parece que Saint Germain fue capaz de sanar contra todo pronóstico al mariscal francés de Belle Isle, que había sido herido gravemente en Alemania. En agradecimiento, el militar se lo llevó a París, donde puso a su disposición un laboratorio muy bien equipado. Fue precisamente en esta ciudad donde empezó a gestarse la leyenda del conde de Saint Germain.

Así, en las Chroniques de lóeil de boeuf se narra una anécdota en la que éste afirma ante una anciana condesa haberla conocido cuando era una joven, lo que daba a entender que el conde tenía más de cien años, cuando sólo aparentaba unos 40. “Yo soy muy viejo”, señaló el conde sonriendo. El “inmortal” conde de Saint Germain se convirtió de esta forma en toda una leyenda urbana de la época, y empezaron a correr todo tipo de rumores sobre él, entre ellos, que había estado presente incluso en las fiestas de las bodas de Caná.

A finales de 1745 pudo haber sido arrestado en Londres, acusado de apoyar la causa de los Estuardo. Eso parece desprenderse de una carta oficial en la que se relata el arresto de “un hombre extraño que se hace llamar conde de Saint Germain; no dice a nadie quién es ni de dónde viene. Admite que éste no es su verdadero nombre. Canta y toca el violín magníficamente; está loco”. Tras ser sorprendentemente liberado, volvió a Versalles, donde se convirtió en uno de los personajes más próximos a Luis XV y también a madame Pompadour, con la que se le llegó a relacionar íntimamente.

En 1760, el rey le envió a La Haya como representante personal para negociar un préstamo con Austria para ayudar a financiar la guerra contra Inglaterra. Allí, sin embargo, no sólo se enfrentó con su antiguo amigo Casanova, sino que fue acusado por el duque de Choiseul, Ministro de Asuntos Exteriores del rey Luis, de conspiración contra Francia, lo que precipitó su huida.

Según parece, en Holanda, bajo el nombre de Conde de Surmount, amasó una gran fortuna. Es que Saint Germain no dudaba en ofrecer todo tipo de ungüentos, pócimas y preparados para combatir cualquier mal, incluso la muerte. Pero aunque las acusaciones de timador y conspirador le perseguirían allá donde fuera –se rumoreó incluso que precipitó las cosas para que el ejército ruso colocara en el trono a Catalina la Grande–, su natural disposición hacia la diplomacia le granjeó numerosos aliados en toda Europa.

Unos documentos parisinos muestran que el conde de Saint Germain murió el 27 de febrero de 1784 en el castillo de Eckenförde de su último mecenas, el príncipe Carlos de Hesse-Cassel. Éste le erigió un monumento con esta inscripción: “aquel que se hacía llamar Conde de Saint Germain, y del que no hay otras informaciones, ha sido enterrado en esta iglesia”. Aun así, la leyenda del conde “inmortal” sobrevivió a su muerte, y de esta forma, en estos dos últimos siglos numerosos iluminados han afirmado haber visto al escurridizo y misterioso Saint Germain vivito y coleando.

Hay testimonios que le sitúan en París en 1835, en Milán en 1867 e incluso en Egipto durante la campaña de Napoleón. La misteriosa vida de Saint Germain le convirtió en objeto casi de culto de todo tipo de teósofos y ocultistas, que han llegado a decir de él que en realidad era el mítico Judío Errante o Merlín.


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viernes, 25 de agosto de 2017

Descubren la tabla de trigonometría más antigua del mundo


Esta tablilla muestra que la antigua cultura mesopotámica le ganó a los griegos en la trigonometría, el estudio de los triángulos, por más de 1.000 años.

Una famosa tabla de arcilla babilónica, descubierta alrededor de 1900, se ha convertido en la primera prueba trigonométrica de la historia, después de que el análisis de un equipo de científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) haya revelado que tiene 3.700 años de antigüedad: es la tabla trigonométrica más antigua y precisa del mundo, y posiblemente fue usada por antiguos escribas matemáticos para calcular cómo construir palacios y templos y construir canales.

Así, tras un siglo de debates acerca de la misteriosa tablilla cubierta de números cuneiformes, se confirma que los babilonios fueron unos auténticos revolucionarios en matemáticas, adelantándose en más de 1.000 años a los griegos en la invención de la trigonometría (el estudio de los triángulos), mostrando un conocimiento sobre las matemáticas desconocido hasta ahora.

La tablilla, denominada Plimpton 322, fue hallada en la primera década del siglo XX, en lo que ahora es el sur de Irak, por el arqueólogo estadounidense que inspiró precisamente el personaje de ficción de Indiana Jones, Edgar J. Banks.


La tablilla presenta en escritura cuneiforme, una serie de grabados con 4 columnas y 15 filas de números con un curioso sistema sexagesimal -con base 60- en lugar del sistema decimal con base 10 actual. Las cifras dibujan una secuencia de 15 triángulos rectángulos, que van reduciendo su inclinación fila tras fila. Según los expertos, debido a que la tablilla está fragmentada, creen que originalmente esta estuvo compuesta de 6 columnas con 38 filas de caracteres cuneiformes.

"Esta tablilla lleva desconcertando a los matemáticos desde hace más de 70 años, porque se dieron cuenta de que contiene un patrón especial de números llamado terna pitagórica", explica Daniel Mansfield, de la Escuela de Matemáticas y Estadística de la UNSW en Sidney y coautor del trabajo que recoge la revista Historia Mathematica, la revista oficial de la Comisión Internacional de Historia de las Matemáticas).

Lo curioso es que estos triples pitagóricos de los babilonios son de mucho antes de que naciera Pitágoras, presentando una trigonometría más sencilla sin el empleo de ángulos ni de números irracionales.

Busto de Pitágoras

Cálculos con una precisión sin precedentes

Esta trigonometría desconocida hasta el momento, se basa en ratios o relaciones, no en ángulos ni círculos, evidenciando no ser solo "la tablilla más antigua del mundo, sino también la única completamente precisa, debido al diferente enfoque babilónico de la aritmética y la geometría", exponen los autores.

Habrá que replantearse, por tanto, los orígenes de la trigonometría, pues hasta ahora, considerábamos al astrónomo griego Hiparco -que vivió alrededor de 120 años a.C.-, el padre de la trigonometría gracias a su tabla de cuerdas.

"Pero Plimpton 322 precede a Hiparco en más de 1000 años. Nos ofrece una trigonometría más simple, más precisa, que tiene claras ventajas sobre la nuestra", insiste Norman Wildberger

"Esto significa que tiene gran relevancia para nuestro mundo moderno. La matemática babilónica puede no haber estado de moda durante más de 3000 años, pero hoy tiene posibles aplicaciones prácticas en topografía, gráficos por ordenador y en el campo de la educación. Es un raro ejemplo del mundo antiguo enseñándonos algo nuevo", concluye Mansfield.

Los autores descartan que se trate de una tablila empleada para resolver problemas de ecuaciones, sino que podría haber sido utilizada en la topografía de los campos o para los cálculos arquitectónicos en la construcción de palacios, templos o pirámides escalonadas.

Los investigadores creen que la tabilla babilónica procede de la antigua ciudad sumeria de Larsa.


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miércoles, 2 de agosto de 2017

Investigadores emprenden una expedición para resolver el misterio del continente 'perdido'


Según un equipo de científicos, Zealandia cubre alrededor de 5 millones de kilómetros cuadrados de superficie (más de la mitad del tamaño de Australia) y podría ser el séptimo continente del mundo.

Un equipo de 30 científicos ha emprendido una expedición, dirigida por la Universidad Nacional de Australia, para desvelar los secretos de Zealandia, el continente 'perdido' cuya existencia fue confirmada por especialistas a principios de este año, informa el portal Phys.org.

Según el equipo de investigación, este continente cubre alrededor de 5 millones de kilómetros cuadrados (más de la mitad del tamaño de Australia) y podría ser el séptimo continente del mundo.

"Tenemos aquí el mejor lugar del mundo para entender cómo se inicia la subducción de placas", puntualizó en un comunicado el jefe de la expedición Gerald Dickens, profesor de la Universidad Rice de Texas, EE.UU. "Esta expedición responderá a muchas preguntas sobre Zealandia".

Zealandia existe debajo del océano Pacífico

En febrero, científicos confirmaron que un continente perdido, que alguna vez fue parte de un supercontinente, existe debajo del océano Pacífico. Los expertos creen que hace aproximadamente 100 millones de años, Zealandia, Australia y la Antártida componían un solo continente. Entonces, hace alrededor de 85 millones de años, Zealandia se desprendió del supercontinente y comenzó a moverse hacia el noreste. Este proceso se detuvo hace unos 53 millones de años.

El sumergido continente está situado al este de Australia e incluye a Nueva Zelanda y Nueva Caledonia, que según sostienen los autores, no son cadenas de islas, sino que forman parte de una sola placa de corteza continental. Más del 90 % del área de Zealandia está sumergida en el océano.


Investigar los procesos tectónicos

La travesía de dos meses de duración, conocida como Expedición 371 del Programa Internacional de Descubrimiento del Océano (IODP), comenzó el 27 de julio con el objetivo de investigar la historia, la vida submarina y los procesos tectónicos del continente oculto. Los investigadores utilizarán los buques científicos más avanzados del mundo para perforar en 6 diferentes lugares entre Nueva Zelanda y Australia.

El equipo recogerá muestras de sedimentos desde profundidades de casi 800 metros. Estos sedimentos se han acumulado durante millones de años, y los fósiles presentes en ellos ayudarán a los científicos a recopilar un registro detallado de la historia del continente perdido. La Expedición 371 también tratará de investigar el cambio en las placas tectónicas de la Tierra que ocurrió hace unos 50 millones de años al noreste de Zealandia.

Según los científicos, el estudio también puede ayudar a determinar cómo ha evolucionado el clima de la Tierra en los últimos 60 millones de años.


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